martes, 3 de noviembre de 2020

CONSECUENCIAS DE LA PANDEMIA DEL CORONAVIRUS (COVID-19), PARA LAS PERSONAS QUE TIENEN FAMILIARES CONFINADOS EN ESTABLECIMIENTOS RESIDENCIALES.

 



Estas dos fotografías de mi hijo David, en la Residencia La Pineda, de Terrassa, recibidas en el día de hoy, constituye un motivo terapéutico para nosotros, sus padres y hermano, a consecuencia de su confinamiento desde el pasado día 7 de marzo, y verlo tranquilo , en la imagen superior, y alegre y contento, escuchando música, tendido en una colchoneta, en la imagen inferior.

La pandemia generada por el coronavirus (COVID-19) provoca a los familiares que tienen a sus seres queridos confinados en establecimientos residenciales, importantes y múltiples retos a los se deben de enfrentar. Uno de ellos son las medidas muy estrictas  de distanciamiento forzoso, que deben observar las familias que tienen a personas de su entorno ingresadas en residencias para personas de la tercera edad u otros establecimientos residenciales para personas con discapacidades físicas, psíquicas o con enfermedad mental.

La restricción de visitas o salidas con los familiares ingresados en estas residencias, constituye  una de las medidas contempladas para la protección de estos colectivos enumerados anteriormente, altamente vulnerables, supone que el distanciamiento físico forzoso, genere, entre otros, serias alteraciones psíquicas,  dolorosas preocupaciones y hondas    inquietudes en las familias, y posiblemente, quienes lo sufran  de manera más acusada, sean los familiares más directos, acostumbrados a desarrollar habitualmente, antes de la pandemia,  una serie de acciones en las visitas habituales que su familiar internado y asistido en estos establecimientos, podía  convivir ocasionalmente uno o dos días los fines de semana, para poner un ejemplo, en el domicilio familiar, ofreciéndole una atención personificada de proximidad, de amor y de cariño, al tiempo que la situación presencial, facilitaba captar su estado de bienestar físico y emocional, y el contacto físico, a través de los abrazos, los besos y las caricias, constituían   una agradable fuente de bienestar para ambas partes.

Es muy importante la función del personal que trabaja en estos centros residenciales, en que las familias de las personas asistidas agradecen la sensibilidad y profesionalidad con que ejercen su delicada labor. Normalmente ponen a disposición de las familias un número de teléfono con amplios horarios establecidos, para fomentar las comunicaciones y conocer el seguimiento, en la distancia, de su familiar. También suelen ofrecer otros canales de comunicación, como el correo electrónico u otras opciones tecnológicas, que permiten visualizar al familiar interno en los casos que es posible la video llamada, o hacer llegar a las familias videos y fotografías con imágenes del día a día en el centro.

LA RESIDENCIA LA PINEDA, DE TERRASSA, Y SU EJEMPLAR ACTUACIÓN.

No es la primera vez, y tengo la completa  seguridad de  que no será  la última, que he comentado mi experiencia personal con la asistencia de mi hijo David en este establecimiento. Si bien a nivel familiar estamos muy gratamente satisfechos y orgullosos  desde el primer día de su ingreso, hace de ello cerca de treinta años, las especiales circunstancias de esta pandemia, han venido a corraborar, como no podía ser de otra manera,  la eficacia y dedicación con que, los profesionales de su entidad gestora --Fundació Vallparadís, de Mútua de Terrassa -- están ejerciendo su delicada y meritoria labor en las circunstancias tan difíciles de los preocupantes  momentos que nos toca vivir, hasta el punto de que, desde que se detectó el coronavirus -- hace ocho meses -- no se ha producido ningún contagio entre los usuarios/as, al estar  perfectamente atendidos y asistidos en aquella residencia, con todas las precauciones posibles habidas y por haber.

La facilidad de poder establecer comunicación diaria, en nuestro caso por conducto telefónico, para conocer la situación generalizada de toda la gran familia que trabajan en la residencia, así como de mi hijo David, aunado a la delicadeza de recibir con frecuencia, vídeos y fotografías, como las que ilustran estas líneas, recibidas en el día de hoy, constituyen una importantísima  mejora terapéutica en lo referido particularmente  a mi persona, atendido que, a consecuencia del confinamiento referido anteriormente, anímicamente estoy sufriendo sus consecuencias, y solamente, mis comunicaciones telefónicas -- al principio diarias y de un tiempo a esta parte  tres días a la semana -- y la voluntad y buena disposición del personal, de hacernos llegar frecuentemente  estas fotografías, constituyen  una importantísima ayuda terapéutica  para ir soportando el desánimo y la tristeza de la situación actual, que mi nublada visión se me antoja muy lejana su " normalidad", entrecomillado, para decirlo de algún modo.

Mi gratitud más sincera  a todos los profesionales que trabajan en La Pineda en los diferentes ámbitos,  desde el personal médico y de dirección, hasta el personal de limpieza. Muchas gracias a todos y todas ellos y ellas.