miércoles, 1 de noviembre de 2017

DE CÓMO EL ASILO - HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS, EN LES CORTS, FUE RESPETADO POR LOS INCENDIARIOS DE LA SEMANA TRÁGICA, DE BARCELONA (DEL 26 DE JULIO AL 2 DE AGOSTO DE 1909)

Quema de conventos e iglesias en la ciudad de Barcelona, en los primeros días de la Semana Trágica.


En la medida que vamos aproximándonos a la conmemoración del 150 aniversario de la Restauración en España, de la primera Casa de la Orden de San Juan de Dios, me recreo en repasar episodios vividos por aquellos establecimientos hospitalarios en los años que siguieron a aquella histórica fecha.

En esta ocasión me he centrado en los acontecimientos sufridos en la ciudad de Barcelona durante la Semana Trágica, que se conoce como tal los sucesos acaecidos en la capital catalana y otras ciudades de Catalunya entre los días 26 de Julio y 2 de agosto de 1909, siendo el desencadenante  de aquellos  violentos actos el decreto del gobierno de Antonio Maura, de enviar tropas de reserva a las posesiones españolas de Marruecos, en momentos muy inestables, siendo la mayoría de aquellos reservistas padres de familia de las clases obreras. Los sindicatos convocaron una huelga general.

La iglesia católica tenía el monopolio de la educación y se la consideraba cómplice ideológica del sistema político y de la desigualdad social. Consecuentamente el anticlerismo creció al mismo ritmo de las organizaciones obreras, y estalló en forma de quema de conventos e iglesias durante aquellos días de la Semana Trágica.

El Asilo - Hospital de San Juan de Dios, de Les Corts, en Barcelona se salvó de la quema. Lo explica con detalle una publicación, escrita en catalán, y que transcribo traducida al español.

El concurso de sus limosnas desde hace casi cincuenta años. Alejados los Hermanos de toda política y dedicados de cuerpo y alma a los niños enfermos, hijos de obreros y necesitados, su labor se hizo  simpática para todos. En el registro de limosnas recibidas encontramos, en curiosa mezcla, los nombres de donantes monárquicos al lado de empresarios, católicos junto a incrédulos... todos, igualmente aportaban sus concursos  a la gran obra de regeneración social.

Ciertamente esto se tradujo en una especie de inmunidad de la Orden frente a cualquier conmoción social o política. Como ejemplo de lo que decimos, recordamos tan sólo, algunos episodios sucedidos en la vergonzosa " Semana Trágica", de julio del año 1909.


"Ante los graves sucesos ocurridos los días 26 y 27 , el Prior ordenó a los Hermanos que vistieran de seglar y que, en caso extremo de tener que abandonar el Asilo, fuesen al Manicomio de Sant Boi. También les dijo que, considerando un deber sagrado no dejar abandonados a los pobres niños inválidos, ciegos o encamados, era preciso que quedaran algunos Hermanos en cumplimiento de esta sagrada misión, pero no queriendo forzar a ninguno, dejó que libremente escogiesen el sacrificio, teniendo la inmensa satisfacción de constatar como todos, absolutamente todos, quisieron permanecer, dispuestos a soportar los peligros y las desgracias.

La noche fue trágica, atendido que los resplandores de los incendios enrogecían la ciudad, y cada vez más se aproximaba la obra destructora. Se temía que, de un momento a otro, las turbas incendiarias entraran en el Asilo. ¡ Pobres Hermanos, qué horas de angustia y sufrimiento, angustiados por los pobrecitos enfermos y viendo quemada en breves instantes  aquella Casa que tantas privaciones había costado. ¡ Si pudieran, como mínimo, convencer a las turbas inconscientes que la labor de la caridad que allí se practicaba era de todos y que los más beneficiarios eran los pobres, los humildes, las viudas faltadas de recursos !... pero la inseguridad se apoderaba del corazón  de los Hermanos y las llamas se acercaban...

Algunas mujeres vinieron a recoger a sus hijos, y al encontrarse con los incendiarios les rogaron que no quemasen el Asilo, del que tantos favores habían recibido y donde quedaban gran úmero de imposibilitados y ciegos. Los revolucionarios les prometieron que respetarían la Casa, y ellas volvieron para traquilizar a los Hermanos.

Cerca de las seis de la mañana  empezaron a quemar el Colegio de Loreto, no excesivamete alejado , y entonces el Padre Provincial dispuso que dos Hermanos permanecieran en la portería con la orden de rogar a las masas que antes de quemar el Asilo, etraran dentro y viesen a que estaba dedicado. 

Serían alrededor de las siete cuando se presentaron los primeros grupos de hombres, mujeres y muchachos delante del convento de las Carmelitas, forzando la puerta y quemándolo seguidamente. Al pasar frente a la portería del Asilo, gritando y gesticulando, hicieron algunas señas a los Hermanos que allí estaban, indicándoles que no les harían ningún daño. De los grupos, salieron algunos hombres que, invitados por ellos,  entraron dentro, y al poco tiempo la Casa estaba llena de una multitud anárquica , que sin saber exactamente lo que querían, se desplazaban de un lado hacia otro. No faltaban, por supuesto, los más furiosos, que lo querían pasar todo por sangre y fuego, pero los argumentos, y cuando no, la oposición decidica y violenta de los partidarios de respetar el Asilo, los desarmaban, y poco a poco, los gritos de "esto no se quema", " aquí tengo a mi hijo y no podemos tocarlo", fueron dominando las masas, que permanecían más pacíficas y quedaban adminradas de cuánto veían, atendido que los falsos redentores les habían relatado tantas falsedades y fantasías  que casi no podían creer la realidad, al tiempo que los vecinos de la barriada se ofrecían personalmente para hablar y convencer a las turbas, teniendo el buen acierto de improvisar unas banderas blancas, aprovechando las sábanas de las camitas de los niños, que colocaron en los tejados y terrados de la Casa. Con los vecinos fueron también algunos revolucionarios que entraron al Asilo, y al encontrarse ante una obra de caridad, se decantaban seguidamente en defensores de aquella causa, rogando y forzando a los contrarios a desistir de sus criminales propósitos "Esta Casa no ha de quemarse -- decían unas mujeres -- ¿No sabéis la meritoria labor que se hace?. Aquí se encuentran niños cojos, lesionados, tiñosos, llagados, de toda Cataluya. ¿Queréis destruir su Casa?. ¿Dónde los llevaréis después?" Y expresiones cómo estas eran las más sentidas de labios de las mismas tubas.

Visto el éxito dado por el procedimiento de las banderas blancas, los Hermanos recomendaron a la Superiora del Asilo de niñas de San Rafael ( no excesivamente alejando del de Sant Joan de Déu), que también lo adoptaran, como así lo hicieron, viéndose también respetada su Casa.

Hay que decir que, por diversas confidencias, se sabía que los incendiarios no la tocarían, atendido que conocían la buena obra que se hacía con las niñas pobres, afectadas de las mismas enfermedades que los niños.

Cuando parecía pasado el peligro, vuelven a correr voces de que el Asilo será quemado. Nuevas venidas de vecinos, dispuestos a defender la Casa cueste lo que cueste. Muchos de ellos permenecerán toda la noche en los terrados, atentos a las idas y venidas de las turbas que seguían en la barriada. A la tarde del día siguiente, los Hermanos sufrieron nuevas angustias, atendido que los gritos "¡A Sant Joan de Déu!, ¡A Sant Joan de Déu ! eran para atemorizar a los más valientes. Corren hacia la portería, y se encuentran con un grupo de hombres cargados con gallinas, procedentes del convento de las Carmelitas, y que pedían por el Superior. A su llegada le dicen "Aquí tenéis esto para los niños, es necesario que lo echéis a la olla y no al corral". Fueron muchos los que entraron en la cocina, para hacer ellos mismos aquella operación. ¿Qué tenían que hacer los Hermanos, sinó obedecer?... y los niños encantados de comer pollos y gallinas....

Todo el día 29, con el ruído de los cañonazos y las emociones trágicas, el Asilo permaneció abierto siendo visitado por una gran multitud, quedando sorprendida por no encontrar nada de malo de lo que se contaba, y contrariamente, tanto de bueno como ignoraban.

Al contemplar aquella visión enternecedora de unos niños lisiados, escrofulosos, paralíticos, encamados muchos de ellos, tan alegres y contentos, y especialmente, la impresión que hacía en verlos como leían y escribían los ciegos, a petición de los visitantes, éstos, de la ideología que fueran, no podían por menos que permanecer maravillados como si despertaran de un sueño. Naturalmente todo eran reconocimietos de admiración  ante la gran obra  caritativa  de reeducación intelectual y corporat practicada en el Asilo... (1)

(1) " Les Institucions Hospitalàries de St. Joan de Déu a Catalunya " (Album dedicat a L'Asil Hospital de Sant Joan de Déu, de Barcelona, i als Sanatoris de Calafell i Manresa), Publicat amb l'autorització de l'Orde Hospitalària. Barcelona. setembre 1935,


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