

Ahora la señora Anrong está pidiendo ayuda, porque dice estar muy preocupada por el futuro de su hijo el día que ella muera.
Explicó también que puede darle de comer gracias a los alimentos que recibe de algunos vecinos solidarios, y que su hijo ya no puede caminar porque, después de los años que lleva encadenado, ha perdido por completo la musculatura de sus piernas.
La anciana mujer no parece estar demasiado preocupada por haber mantenido a su hijo encerrado en aquellas condiciones en un destartalado y ruinoso granero en Chongquing, al sur de China, insistiendo que lo hizo "por su propio bien" y que lo ama, recordando que cuando cumplió los 17 años de edad empezó a manifestar unos comportamientos agresivos muy violentos y no tuvo otra opción que amarrarlo de aquella manera para proteger su integridad física y la de su hijo. Dice también que tiene otros dos hijos sanos. (1)
(1) infobae.com.ar
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