La Farmacia Vaticana. En la imagen del centro, el Hno. Martino Méndez Camino, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.
En el transcurso del Pontificado del Papa Pio IX, en el año 1874, se le concedió a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios la administración de la Farmacia del Vaticano. Su pretensión inicial era que fuera una pequeña farmacia nocturna para atender las necesidades de los oficiales mayores del Vaticano.
En las negociaciones se llegó fácilmente a un acuerdo entre la Santa Sede y la Orden de San Juan de Dios, que su Superior General, Hno. Juan María Alfieri, lo consideró un privilegio y un honor.
La farmacia está situada en el Palacio de Belvedere, de la Ciudad del Vaticano. En el mismo edificio se encuentra ubicado el Servicio de Salud del Vaticano, creado por el Papa Pio XII en el año 1958. A los más de tres mil trabajadores del Vaticano, se les retiene una pequeña cantidad de sus nóminas, que se destina al mantenimiento del Servicio de Salud. Los trabajadores y pensionistas del Estado Vaticano no pagan la Sanidad, incluída la odontología ni los medicamentos de la Farmacia Vaticana. Esta Farmacia está formada por dos españoles, Hno. Rafael Cenizo Ramírez y Hno. Martino Méndez Camino; un polaco, Hno. Wieslaw Karol Mucha; un indio, Hno. Binish Thomas; un argentino, Hno. Miguel Ángel Mucci y un vietnamita, Hno. Joseph Pham Ngoc Hanh, todos ellos pertenecientes a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.
La Farmacia Vaticana fue fundada en el año 1277 por el Papa Nicolás III y está considerada la más antigua del mundo, siendo, al mismo tiempo, la más solicitada de nuestro planeta, al registrar una media superior a las dos mil visitas diarias, a las que deben añadirse los pedidos que les llegan de todos los confines del mundo, al solicitarles algunos del 35.000 productos que dispone el establecimiento.
Para poder comprar en esta farmacia, es imprescindible la receta médica y pasar por un riguroso control de acceso. El servicio que ofrecen es esencial, atendido que disponen de muchos medicamentos que no están a la venta en Italia ni en otros lugares del mundo, además de medicamentos para enfermedades raras que en Italia no se distribuyen por ser muy pocas las personas que las necesitan. La farmacia abastece también a hospitales y clínicas privadas.
El Hno. Rafael Cenizo explica que, cuando se abren las puertas del establecimiento, a las 8:30 horas de la mañana, tienen que hacerlo con las dos puertas al mismo tiempo para que la gente pueda entrar, y que siempre está lleno, hasta el punto de que son doce los farmacéuticos que están vendiendo sin tener ni siquiera un momento de respiro. Una parte del éxito en sus ventas es por el precio, puesto que no se paga I.V.A. y por que disponen de muchos medicamentos que en Italia no se comercializan, mientras que ellos, como Estado independiente que son, pueden traerlos de otros continentes.
En las vitrinas de esta farmacia, se guardan las fórmulas propias de los productos farmacéuticos que en su día elaboraron los Hermanos de San Juan de Dios, y que son muy apreciadas por su alta eficacia.
En las vitrinas de esta farmacia, se guardan las fórmulas propias de los productos farmacéuticos que en su día elaboraron los Hermanos de San Juan de Dios, y que son muy apreciadas por su alta eficacia.
FUENTES DE CONSULTA
Revista Juan Ciudad. Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Núm. 545. Octubre 2010.
Notas sueltas. Carpeta Orden Hospitalaria San Juan de Dios. Fondo documental David Vendrell Llauradó.
Notas sueltas. Carpeta Orden Hospitalaria San Juan de Dios. Fondo documental David Vendrell Llauradó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario