sábado, 7 de marzo de 2015

UNA JOVEN INVIDENTE DENUNCIA EL ENVENENAMIENTO DE SU PERRA GUIA EN MÁLAGA.

Lourdes Fernández, junto a su perra guia "Lilly", una hembra de la raza Labrador Retriver. (Foto Sur)

A Lourdes Fernández la vida le ha cambiado en tres ocasiones. La primera fue cuando, siendo todavía un bebé, perdió la visión a causa de una negligencia médica -- explica su madre -- estando en la incubadora.

La segunda , el 23 de mayo de 2013, cuando  finalmente consiguió el perro guía que llevaba esperando desde hacía tiempo. "Yo iba con ella y me sentía igual de segura como una persona que ve", comenta la joven invidente.

Y la tercera, el día que la perdió. " Lleva desde el 22 de febrero pasado en un hospital canino con muy pocas posibilidades de que salga adelante, y aunque sobreviva, no podrá volver a trabajar", explica Lourdes.

"Lilly" es una hembra de la raza Labrador Retriever, de color negro. Sufre insuficiencia renal crónica que le está provocando una agonía lastimosa. Tanto Lourdes, de 28 años de edad, como su familia, están convencidos de que la perra ha sido envenenada, y de ahí que hayan presentado una denuncia en la comisaría del distrito Oeste de la capital malagueña. La policía ha pedido informes a la veterinaria que está tratando al animal, para indagar en el caso, atendido que Lourdes  ha explicado que, en su vecindario, ya ha muerto un perro, y otros dos, aparte de "Lilly", han enfermado recientemente.

Las sospechas de la familia se acrecentaron a consecuencia de encontrar restos de comida en el alcornoque donde el animal acostumbrada a hacer sus necesidades. "Encontramos Cola Cao disuelto, unas bolitas de pienso y trozos de chocolate tirados en el suelo junto al arbol", comenta la madre de la joven, y ésta añade "Es mucha casualidad, porque había gente que protestaba por los orines, y como que lo fregábamos diariamente, entonces hasta se quejaban del olor a lejía".

A Lourdes no le resultó nada fácil conseguir un perro guía. Lo había solicitado hace cinco años a la Fundación ONCE, pero las listas de espera eran muy largas. Finalmente, en abril de 2013, después de superar  el proceso de selección, Lourdes viajó a la ciudad estadounidense de Rochester, donde existe una de las escuelas de perros guia  más prestigiosas del mundo, y allí le entregaron a "Lilly", con solo año y medio de vida, que se convertiría, a partir de aquel momento, en sus ojos. Esta perra guía, que costó 42.500 euros, más los gastos de su estancia durante un mes en Estados Unidos, para que el animal se adaptara a ella, corrieron a cargo de la asociación sin ánimo de lucro Club de Leones.

Luego vino el segundo adiestramiento a la vida cotidiana de Lourdes, que reside en la barriada malagueña de Santa Paula. "Al principio le costó un poco, porque estaba acostumbrada a las órdenes en inglés  , pero una vez le enseñé el trayecto hasta la parada de autobús y la premié, me llevaba directamente" explica Lourdes. Es el recorrido diario que efectúa esta joven, licenciada en Psicología, que actualmente cursa el doctorado en la Universidad de Málaga.

"Lilly era todo para mi. Mi amiga, mi compañera y una guía magnífica. Iba conmigo a todas partes, a las clases, cuando salía con mis amigas. A todos los lugares donde se permite acceder con este tipo de perros guía. Pero cuando empezó a enfermar, no tenía ganas de jugar y dejó de comer, habiendo perdido diez kilos. La llevamos a la veterinaria y comprobaron que tenía el hígado y el riñón afectados. Nos confirmaron que ya no volvería a trabajar, y se le dará de baja como guía. Desde entonces, mi casa es un funeral", dice resignada y dolida Lourdes, a quien la vida le ha cambiado por completo.  No tiene ganas de ir a ningún sitio porque le falta la seguridad que le proporcionaba la perra guía, y lo más imprescindible lo hace desplazándose con la ayuda de bastón y de sus padres y hermana.

FUENTE

Diario SUR Digital, S.L.  Jueves, 5 de marzo de 2015.

1 comentario:

  1. Este es un país todavía atrasado y primitivo en muchísimos aspectos. Uno de ellos,el poco respeto que se tiene hacia los animales, donde perduran todavía costumbres ancestrales donde los energúmenos disfrutan asistiendo a espectáculos públicos donde se les tortura sádicamente hasta su agónica muerte. Y el envenenamiento de perros y gatos, entre otros animales, todavía siguen produciéndose en en pueblos, aldeas y algunas ciudades de la España profunda y en la no tan profunda.

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