Vista parcial del Asilo- Hospital de San Juan de Dios en la Malvarrosa, (Valencia)
Entrada principal al establecimiento.
Asistencia a los niños asilados tomando terapéuticamente el sol en sus amplias terrazas.
En 1886, diez años depués de la fundación del hospital psiquiátrico de Ciempozuelos (Madrid), de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios,se precisaba continuar las obras de ampliación para poder acoger a la continuada demanda de enfermos. Consecuentemente el Padre Benito Menni, que por aquel entonces era Comisario General de la Orden en España, necesitado estaba de limosnas para la asistencia de los asilados y para continuar las obras, designó al Hermanos Roque Pedraza y al Padre Eduardo Domínguez, capellán agregado a la Orden, para que fueran a la provincia de Valencia con una triple misión: postular, dar a conocer la Institución de San Juan de Dios y "producir fruto en las almas".
Transcurridos dos meses de estancia en tierras valencianas, los dos postulantes se vieron en la necesidad de escribir una carta al Padre Benito Menni, refiriéndole que, en el ejercicio de la triple misión encomendada, se encontraron con la cruda realidad de unos niños desvalidos y de personas enfermas por dondequiera que fueran dentro de la zona asignada, y que su condición de Hospitalarios no les permitía permanecer con los brazos cruzados, ajenos a aquella penosa realidad, que no afectaba a unos pocos, sino a muchos. Disponían de dinero, obtenido de su actividad postuladora , y eran muy conscientes de que en Ciempozuelos los estaban esperando, para mantenerse y ampliarse, pero constataron la triste realidad de que aquellos pobres niños achacosos y llagados, también esperaban, pero su situación era límite y no podían esperar por más tiempo. De ahí que decidiran actuar por su cuenta, muy conscientes del grave delito de desobediencia en que estaban incurriendo, pero aceptando las consecuencias.
Por su cuenta y riesgo emprendieron una nueva obra, gastando todo el dinero racaudado en la postulación, y por si fuera poco, contrayendo además deudas. Las deudas -- recordemos -- fueron una constante en la vida de San Juan de Dios. Le acompañaron a lo largo de su vida, y no le abandonarían hasta su muerte.
Esta carta, suscrita por los dos Hospitalarios, está firmada por el Padre Eduardo Domínguez, en estos términos:
"Mi amado padre en el Señor: Aquí me hallo en Valencia, prisionero por Cristo, lleno de deudas y rodeado de pobres niños huérfanos, achacosos y llagados, que a mi suspiran el pan de cada día, como único amparo que les resta después de Dios en este valle de lágrimas.
Confieso mi pecado: yo vine a postular recursos, y me he llenado de deudas; yo vine a implorar la caridad de los fieles para ese manicomio, y los pobres me han pedido por amor de Aquel por quien yo pedía. Al llegar a las riberas del Turia, a la par que limosnas encontré muchos pobres necesitados; mucho he recibido pero todo lo he dado.
Mándeme vuestra reverencia la penitencia que tenga por justa y conveniente; pero por amor de Dios envíe algunos hermanos a formalizar esta fundación".
Parece ser que la carta causó el efecto deseado. Era de esperar una recóndita esperanza de comprensión por parte del Padre Benito Menni, como se desprede de que así fue. La Superioridad, adornada del mismo espíritu y de los mismos valores de los postulantes, debió de entender este proceder, y que por encima de todo estaba la valoración de la continuidad del camino que él mismo había iniciado con la Restauración. En consecuencia, dió luz verde a la fundación de Valencia.
La obra ya estaba iniciada. Se obtuvo el correspondiente placet del Gobernador Civil, Sr. Eduardo de Hinojosa y Naveros, y se alquiló una modesta vivienda en el número 9 de la calle de la Unión, de Valencia.
Bendecida por el cardenal Ementísimo Sr. Antolín Monescillo y Viso, en 1886, se iniciaron las primeras labores asistenciales, pero debido a la escasa capacidad, en octubre de aquel mismo año, se trasladaron al número 1, piso tercero, de la calle de Cisneros. Razones de espacio obligaron nuevamente a un cambio de domicilio, y el 1º de marzo de 1887, siendo Superior de la Casa el Padre Juan María, se trasladaron al número 2 de la calle de la Trinidad, Callizo de Santa Mónica. Esta nueva Casa permitía acoger a poco más de cuarenta enfermos, y fue bendecida por el canónigo de la Catedral de Valencia, doctor Luís Badal.
Sin embargo, en este nuevo emplazamiento se planteó muy pronto la misma cuestión de la falta de lugar, vistas las crecientes y reiteradas solicitudes de ingreso de personas enfermas, y en consecuencia surgió la idea, por consejo de los médicos, de construir un hospital-asilo junto al mar, atendido que se consideraba doctrina científica aceptada, la que sustentaba la conveniencia del tratamiento de los procesos osteíticos mediante la cura a orillas del mar. Estaba probado que la acción solar y el ambiente yodado modificaban y curaban los absceos fríos, los tumores blancos anidados en los huesos infantiles.
Atendido que la idea y voluntad de poner en marcha un sanatorio infantil marítimo era cada vez más consistente, se empezaron a realizar gestiones para conseguir unos terrenos cercanos a la playa, y el Sr. Germán Úbeda ofreció su finca, consistente en una heredad de treinta fanegas de naranjal, y provista de abudantes aguas.
Tenía, sin embargo malas combinaciones con la estación del ferrocarril de El Cabañal, que estaba alejada del mar, lo cual dificultada los proyectados tratamientos de los niños enfermos. Sin embargo, en 1891, y a pesar de este inconveniente, se cerraba el trato para ocupar la referida finca.
Un años más tarde, en 1892, se trasladaría el caserón de la Malvarrosa, con una definida idea de reemplazarlo para la construcción definitiva del asilo - hospital con capacidad para más de cien personas enfermas.
Con esta idea se intensificaron las campañas limosneras por Valencia. Las obras empezaron por terminarse en 1905, siendo prior el Padre Celso Martí, reelegido en 1908 y actuando como Superior, hasta que fue sustituído en el año 1911 por el Padre Diosdado Corominas, bajo cuyo mandato terminaron definitivamente las obras, siendo Provincial el Padre Andrés Ayúcar.
FUENTE DE CONSULTA
Cruset, José. Crónica Hospitalaria. Barcelona. 1971.
Transcurridos dos meses de estancia en tierras valencianas, los dos postulantes se vieron en la necesidad de escribir una carta al Padre Benito Menni, refiriéndole que, en el ejercicio de la triple misión encomendada, se encontraron con la cruda realidad de unos niños desvalidos y de personas enfermas por dondequiera que fueran dentro de la zona asignada, y que su condición de Hospitalarios no les permitía permanecer con los brazos cruzados, ajenos a aquella penosa realidad, que no afectaba a unos pocos, sino a muchos. Disponían de dinero, obtenido de su actividad postuladora , y eran muy conscientes de que en Ciempozuelos los estaban esperando, para mantenerse y ampliarse, pero constataron la triste realidad de que aquellos pobres niños achacosos y llagados, también esperaban, pero su situación era límite y no podían esperar por más tiempo. De ahí que decidiran actuar por su cuenta, muy conscientes del grave delito de desobediencia en que estaban incurriendo, pero aceptando las consecuencias.
Por su cuenta y riesgo emprendieron una nueva obra, gastando todo el dinero racaudado en la postulación, y por si fuera poco, contrayendo además deudas. Las deudas -- recordemos -- fueron una constante en la vida de San Juan de Dios. Le acompañaron a lo largo de su vida, y no le abandonarían hasta su muerte.
Esta carta, suscrita por los dos Hospitalarios, está firmada por el Padre Eduardo Domínguez, en estos términos:
"Mi amado padre en el Señor: Aquí me hallo en Valencia, prisionero por Cristo, lleno de deudas y rodeado de pobres niños huérfanos, achacosos y llagados, que a mi suspiran el pan de cada día, como único amparo que les resta después de Dios en este valle de lágrimas.
Confieso mi pecado: yo vine a postular recursos, y me he llenado de deudas; yo vine a implorar la caridad de los fieles para ese manicomio, y los pobres me han pedido por amor de Aquel por quien yo pedía. Al llegar a las riberas del Turia, a la par que limosnas encontré muchos pobres necesitados; mucho he recibido pero todo lo he dado.
Mándeme vuestra reverencia la penitencia que tenga por justa y conveniente; pero por amor de Dios envíe algunos hermanos a formalizar esta fundación".
Parece ser que la carta causó el efecto deseado. Era de esperar una recóndita esperanza de comprensión por parte del Padre Benito Menni, como se desprede de que así fue. La Superioridad, adornada del mismo espíritu y de los mismos valores de los postulantes, debió de entender este proceder, y que por encima de todo estaba la valoración de la continuidad del camino que él mismo había iniciado con la Restauración. En consecuencia, dió luz verde a la fundación de Valencia.
La obra ya estaba iniciada. Se obtuvo el correspondiente placet del Gobernador Civil, Sr. Eduardo de Hinojosa y Naveros, y se alquiló una modesta vivienda en el número 9 de la calle de la Unión, de Valencia.
Bendecida por el cardenal Ementísimo Sr. Antolín Monescillo y Viso, en 1886, se iniciaron las primeras labores asistenciales, pero debido a la escasa capacidad, en octubre de aquel mismo año, se trasladaron al número 1, piso tercero, de la calle de Cisneros. Razones de espacio obligaron nuevamente a un cambio de domicilio, y el 1º de marzo de 1887, siendo Superior de la Casa el Padre Juan María, se trasladaron al número 2 de la calle de la Trinidad, Callizo de Santa Mónica. Esta nueva Casa permitía acoger a poco más de cuarenta enfermos, y fue bendecida por el canónigo de la Catedral de Valencia, doctor Luís Badal.
Sin embargo, en este nuevo emplazamiento se planteó muy pronto la misma cuestión de la falta de lugar, vistas las crecientes y reiteradas solicitudes de ingreso de personas enfermas, y en consecuencia surgió la idea, por consejo de los médicos, de construir un hospital-asilo junto al mar, atendido que se consideraba doctrina científica aceptada, la que sustentaba la conveniencia del tratamiento de los procesos osteíticos mediante la cura a orillas del mar. Estaba probado que la acción solar y el ambiente yodado modificaban y curaban los absceos fríos, los tumores blancos anidados en los huesos infantiles.
Atendido que la idea y voluntad de poner en marcha un sanatorio infantil marítimo era cada vez más consistente, se empezaron a realizar gestiones para conseguir unos terrenos cercanos a la playa, y el Sr. Germán Úbeda ofreció su finca, consistente en una heredad de treinta fanegas de naranjal, y provista de abudantes aguas.
Tenía, sin embargo malas combinaciones con la estación del ferrocarril de El Cabañal, que estaba alejada del mar, lo cual dificultada los proyectados tratamientos de los niños enfermos. Sin embargo, en 1891, y a pesar de este inconveniente, se cerraba el trato para ocupar la referida finca.
Un años más tarde, en 1892, se trasladaría el caserón de la Malvarrosa, con una definida idea de reemplazarlo para la construcción definitiva del asilo - hospital con capacidad para más de cien personas enfermas.
Con esta idea se intensificaron las campañas limosneras por Valencia. Las obras empezaron por terminarse en 1905, siendo prior el Padre Celso Martí, reelegido en 1908 y actuando como Superior, hasta que fue sustituído en el año 1911 por el Padre Diosdado Corominas, bajo cuyo mandato terminaron definitivamente las obras, siendo Provincial el Padre Andrés Ayúcar.
FUENTE DE CONSULTA
Cruset, José. Crónica Hospitalaria. Barcelona. 1971.
El 23 de julio de 1936, este Asilo-Hospital fue incautado por los milicianos, profanando su iglesia y quedando los religiosos que atendían a las personas enfermas asiladas en el establecimiento, bajo sus órdenes, siendo finalmente asesinados en dos grupos.
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