Hay que ser ciertamente muy miserable para robar a un pobre. Pero desgraciadamente, en todas las épocas han habido desaprensivos que no les ha importado lo más mínimo apoderarse de los bienes ajenos, sin valorar su procedencia. Quienes en enero de 1896 forzaron la puerta y se adentraron en el interior del Asilo - Hospital de San Juan de Dios (1), en las confluencias de las calles de Rosselló y Muntaner, de Barcelona, para niños escrofulosos y raquíticos de pobres, para apoderarse de trescientas camisas de estas desgraciadas criaturas, tenían que ser necesariamente indivíduos sin escrúpulos de la más baja condición. Unos auténticos depravados.
La generosidad de los benefactores berceloneses, que con sus donativos y limosnas posibilitaban que los Hermanos de San Juan de Dios pudieran asistir a estos niños enfermos, sorteando todo tipo de dificultades por la convulsión de las circunstancias políticas y sociales que asolaban la ciudad de Barcelona, vino a sumarse este contratiempo, que publicitó el rotativo barcelonés "La Vanguardia" en estos términos:
"Ayer a las seis de la tarde se presentó al cuartelillo municipal del distrito de la Universidad, un hermano del Asilo de San Juan de Dios manifestando que con fractura de la puerta, habían sido robadas de dicho benéfico establecimiento, trescientas camisas pertenecientes a los niños escrofulosos que se albergan en el Asilo de San Juan de Dios, declarando al mismo tiempo que ignoraban quien o quienes podían ser los autores del robo.
El Juzgado al cual se le participó el hecho, entiende en el asunto" (2)
(1) El Asilo- Hospital de San Juan de Dios, en el pueblo de Gracia, que más tarde se anexionaría a la ciudad de Barcelona, fue la primera Casa de la Restauración de la Orden de San Juan de Dios en España (14 de diciembre 1867), siendo el primer hospital infantil de España y el tercero de Europa.
(2) "La Vanguardia", Miércoles, 22 de enero de 1896. Página 2
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